EL DESTINO DE LA PERSONA
- José Miguel Santillano Escobar
- 22 may 2015
- 3 Min. de lectura
Ahora vamos a afrontar la cuestión más decisiva y última de la persona. ¿Cuál es el sentido último de la vida de hombre? ¿Qué sucede al morir: desaparecemos o permanecemos? ¿Adónde va la persona que muere? ¿Existe un más allá? ¿Qué lugar ocupa Dios en la vida del hombre? Son preguntas que todo hombre se plantea porque deciden la orientación general y última de la existencia.
TIEMPO, MUERTE E INMORTALIDAD.
El hombre es, constitutivamente, un ser temporal: habita en el tiempo y se mueve en el marco y en el horizonte de la temporalidad.
El hombre es, pues, un diálogo de pasado y futuro que se realiza en el presente.
Lo que soy y lo que hago depende de lo que he sido y de lo que quiero ser.
San Agustín indica en este sentido, que hay un hecho claro y manifiesto:
No existe ni el futuro ni el pasado. Tampoco es exacto afirmar que los tiempos son tres: Pretérito, presente y futuro.
LA MUERTE COMO POSIBILIDAD: Podemos morir en cualquier momento. La vida humana es frágil. Un accidente, una enfermedad repentina, pueden acabar con la vida de cualquiera.
LA MUERTE COMO CERTEZA: El hecho de que sabemos que nos vamos a morir, aunque no cuando.
LA MUERTE COMO NECESIDAD: Es parte de la vida, en el sentido de que el hombre sabe que va a morir y vive de acuerdo con ese conocimiento.
LA TRADICIÓN:
Es el conjunto de conocimientos, costumbres, modo de vida, creencias, hechos, etc., transmitidos por las generaciones anteriores.
Elementos de la tradición;
La tradición ofrece el contacto vivo y útil con los orígenes.
Surge de la vida de los antepasados
Ofrece conocimientos acumulados tanto en escritos como en otros soportes culturales.
De la tradición recibimos un conjunto de costumbres y modos de hacer específicos que determinan la personalidad concreta de las regiones.
Actitudes ante la tradición:
Una actitud negativa denominada progresismo: desconfianza de lo antiguo.
La actitud opuesta es el tradicionalismo: desconfianza sistemática ante la novedad.
Ninguna de las dos posturas es realmente justa ante la tradición son excesivamente radicales.
La actitud adecuada compagina el amor al pasado con el amor al futuro, el respeto a lo antiguo con el reto de la novedad.
LA PERSONA EN LA SOCIEDAD
Que el hombre es naturalmente social es algo manifiesto y ha sido puesto de relieve desde muy antiguo, comenzando por Aristóteles.
No se ha tenido noticias de la existencia de ningún ser humano que haya podido vivir normalmente privado de vínculos con otros hombres. Una de las características más trascendentales del fenómeno humano es su sociabilidad. El hombre se nos presenta formando parte de agrupaciones, rara vez aislado, es un ser constitutivamente sociable.
La vida del hombre fuera de la sociedad, no tendría sentido, ni es pensable.
El individualismo es una conducta que no comparte, que no dialoga ni acepta ayudar, ni realizar tareas comunes.
Considera que el hombre es autosuficiente, y no necesita de los demás. Supone que cada persona tiene que arreglárselas por si solas.
Principales agentes de socialización:
La familia.
El grupo de amigo.
La escuela.
o, solo.
LAS CUESTIONES ÚLTIMAS Y LA RELIGIÓN
El sentido de la vida está sólo en Dios, fin último del hombre porque solo en Dios podemos encontrar la verdadera felicidad en todo momento.
El mundo está lleno de dolor, en determinadas ocasiones, parece especialmente absurdo y cruel, pero en las comodidades que da la vida preferimos seguir en el mar de dolor que luchar por ser felices.
Y ese dolor se alza como un enigma, porque no estamos hechos para sufrir sino, por el contrario, para ser felices y tener la certeza que Dios está con nosotros.
Por contraposición al dolor esta la felicidad que se convierte en una cuestión última.
Lo que buscamos de modo definitivo es la felicidad.
LA FELICIDAD SOLO LA PODEMOS ENCONTRAR EN DIOS
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